No es de extrañar que contando entre nuestras filas con un biker-fonta de gran prestigio fueramos a acabar enredados en el famoso camino de la tubería. Esta senda, verdadero lugar de culto para todo endurero que se precie de serlo, se convirtió en el nuestro desafio extremo del pasado jueves.
Tomamos como punto de partida el puerto de Navacerrada entre un fuerte vendaval que nos recuerda el inminente cambio de estación. Enseguida ascendemos dejando a nuestra izquierda las duras rampas de la Bola para encontrarnos con la que nos servirá de guía en la primera parte de nuestra ruta: la tubería.
Uno se pregunta qué porras pinta aquí arriba una de éstas. Y es que, al parecer, sirvió en tiempos para surtir de agua al antiguo sanatorio de tuberculosos que había al otro lado del puerto, cuyas ruinas aún pueden verse.
Seguimos camino en un descenso suave aunque bastante roto que nos llevará hasta el Collado de las Cabrillas. Las vistas en este punto nos obligan a hacer un alto para disfrutar del impresionante entorno.
Poco a poco vamos ganandole la partida a la tubería. Sorteamos las trampas que de cuando en cuando nos tiende y que acompañan a una senda no exenta de otras bondades...
Por fin, llegamos al primer objetivo: el mirador de la Barranca
A partir de aquí el camino se torna más agradecido y descendemos veloces al corazón del valle. A mitad de camino, nos detenemos a 'tocarle la campanilla' a la fuente del mismo nombre... a buen seguro muchos pudisteis escucharlo desde vuestras casas.... Je,je...
Desembocamos junto a la Fonda Real y tomamos dirección al embalse de Cercedilla para iniciar el otro gran reto del dia. Sin embargo, nos llevamos una gran sorpresa. El camino del Calvario, que habrá de ayudarnos a salvar los más de 500 metros de desnivel que nos separan del coche, ha cambiado sustancialmente. Quizá la reciente declaración de la Sierra de Guadarrama como parque nacional ha tenido mucho que ver con el aspecto que ahora presenta. En un periquete nos presentamos ante el 'pino de la cadena'. Aunque el trazado ha perdido parte de la razón de su nombre, sigue manteniendo su encanto y todavía aguardan un buen montón de piedras y raíces (no necesariamente en ese orden) para divertimento de nuestras monturas...
Llegados arriba, aún nos espera una sorpresa. Una abuela con su bici de paseo (cesta incluida) se dispone a bajar por donde acabamos de subir. Nos advierte: "Cuidado chavales! Los guardias andan por aquí poniendo multas a todo el mundo... Son unos.....!"
Mientras se pierde camino abajo nos miramos boquiabiertos y entre risas y estupor no podemos dejar de envidiar su espíritu jovial y aventurero. La clase de ánimo que nos acompañó toda la ruta; el que cualquiera de nosotros firmaría por tener muchos, muchos años...