Atruenan
los tambores mientras, cual penitentes cargando sus monturas, lentamente los
bikers realizan el ascenso más duro de la jornada… Semejante imagen, más propia
de la Procesión de los Pasos, tenía lugar no obstante en dirección al Collado
de la Marichiva.
Y es
que el pasado Jueves Santo los Titanes pusimos en práctica nuestra particular
interpretación de lo que debe ser la Semana de Pasión. Tal como alguno dijo:
“el jueves es día de procesión…” Dicho y
hecho!
En
realidad el Vía Crucis ya había empezado de camino al Panorámico de La Losa, o
eso debió de pensar el conductor del autobús que contemplaba absorto el atasco
en la raqueta de entrada… La delegación pucelana acudía en pleno a la propuesta
de El 3er Pedal para conquistar La Mujer Muerta.
Más
de veinte en bici y uno corriendo (sí, sí, habéis leído bien… a patita!!)
tomamos la salida a eso de las diez camino del Pasapán. Tras someter a todas y
cada una de las bicis a un exhaustivo test de pesaje en la portera que hay junto
al helipuerto de la Cañada, le fuimos ganando la partida a la subida. Por
cierto, y no es que yo me queje, pero alguna de ellas levantaría el vuelo sino
portase un tío encima… Qué ligereza, por Dios!!
La magnífica
pista de subida no ofrece muchas trabas a nuestro ascenso y alcanzamos Pasapán,
donde tras reponer fuerzas y dejar testimonio gráfico ponemos rumbo a los
embalses de El Espinar. Antes de llegar a ellos se encuentra la dificultad
técnica de la ruta: la bajada por la Pedriza del Gamonal. El arrastradero
impone su ley, y más de uno se baja de la bici antes de tiempo. Afortunadamente
sin consecuencias.
Para
que se pase el susto, tomamos un tramo de pista rodeando el Vado de las Cabras,
y enfrentamos el auténtico reto de hoy. La Marichiva sí que da miedo! Ja, ja…
La
subida a Marichiva siempre es un espectáculo, y hoy con más motivo. Allí tienen
lugar los mejores momentos del día con los ‘cantos de saetas’; y un buen montón
de piropos a cierta virgen de dudosa
reputación… ja,ja,ja…
Avituallamos
en la Fte. de la Vereda del Infante y
nos dirigimos raudos hacia la Fuenfría mientras contemplamos la belleza del
paisaje que nos rodea. Tanto nos gusta que, sorprendentemente, entre Javi y
Duke deciden comprarse una parcelita antes de llegar al puerto…
En
el Alto apenas nos detenemos. Sólo reagruparse y para abajo. Parece que ya está
hecho; pero no… Aún queda mucho por descubrir. Lo más divertido, diría yo… Puro
all-mountain! De hecho, tuve que repartir unos kleenex al final de la bajada a
la Acebeda para limpiar los hilillos de baba que caían a borbotones. Alguno,
incapaz de controlar la emoción que le embriagaba, se arrojó sin dudarlo a las
fresquitas aguas del arroyo para salir del trance… Je, je…
La
anécdota del piscinazo de Javi, y una pequeña avería de Santiago (detalles
imprescindibles en toda marcha que se precie) remataron una auténtica jornada
de MTB que vio completado su recorrido por la Cañada hasta el punto de inicio.
Lo
que vendría después no sé cómo calificarlo. Sólo diré que por mucho que la
camarera se empeñó, no logró borrar la sonrisa de nuestra cara. Se ve que
llegaba tarde a la procesión…
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Triky