Puede que
traer a una página de bicis los acordes de un grupo con nombre de peli de
terror extrañe a más de uno. No es menos cierto que a menudo asistimos a una
vertiginosa carrera vacacional por ir más lejos, por el destino más exótico, aun
cuando se desconoce lo que tenemos al lado. Quizá por eso, decir que nos hemos
ido a Soria de vacaciones a montar un par de rutas parezca raruno. Incluso,
para muchos irse a montar en bici sea lo menos parecido a disfrutar las
vacaciones…Nada más alejado de la realidad. No por casualidad ‘tipos’ de la
talla de Machado o Gerardo Diego destaparon el tarro de las esencias soriano. Y
claro, nosotros no íbamos a ser menos!
LAS FUENTES DEL DUERO
Lo cierto
es que lo primero que sorprende de la subida al Pico de Urbión es su
frondosidad. Pudimos ‘jartarnos’ con semejante verdor (no extraña que ésta sea
la capital mundial del boletus), y con la densidad salvaje de la masa forestal
durante los 30 kms de subida desde Vinuesa. Ahí es ná! Para que luego digan de
los puertos del Tour…
A pesar de
que rodamos por pistazas, o quizá precisamente por culpa de ello, la subida
parece no tener fin. Subimos, subimos, subimos… y seguimos subiendo siempre
tendido, pero en ningún momento alcanzamos a ver nuestro objetivo. Somos conscientes
de que tenemos por delante unos 1.500 mts de desnivel positivo y al llegar al
cruce que lleva a la cumbre apenas hemos cubierto la mitad. Para más inri hace
un calor de mil demonios, lo que obliga a ser cautos con el racionado del agua.
De hecho antes de llegar al último mirador ya le había sacado todo el jugo a mi
camel.
Los últimos
4 ó 5 kms son más una venganza que un camino. Poco a poco va minando las
fuerzas hasta la casi extenuación, pero la cercanía de la meta obliga a un
último esfuerzo y merece la pena. Desde aquí arriba se ve todo el país… Siendo
domingo nos encontramos con algún que otro caminante descreído que necesita
‘meter su mano en la llaga de nuestras bicis’ para aceptar que se puede llegar
allí montado. No os digo nada de sus caras al vernos remontar desde el
nacimiento del Duero a los pies del pico… Claro que más expresivas aún eran las
nuestras… Por el velcro, sorteando piedras en un rampón del 20%. Vamos,
pa’bernos matao!
Lo bueno de
subir tanto es que en algún momento toca bajar. Y bajamos, y bajamos… Por el
camino aún tuvimos tiempo para ver el refugio del Muchachón en el desvío hacia
Covaleda, y de rendir honores ante el Pino Rey. Y bajamos, y bajamos… Y después
de llegar de los cielos aparecimos en Molinos de Duero para circunvalar el
embalse de la Cuerda por un tramo de ardiente asfalto. Seis horas después, por
fin en casa: ASEUNIV.
CAÑON DEL RÍO LOBOS
Por si sola
semejante hazaña bien hubiera valido la pena. Pero claro está que sarna con
gusto no pica… Así que al día siguiente pusimos rumbo a Ucero donde exploramos
el Cañón del río Lobos de cabo a rabo.
Desde el
minuto uno nos damos cuenta de que lo vamos a gozar a lo grande… Y acertamos!
Más de 20 kms de senderos y más senderos; toboganes; vadeos varios con chapoteo
incluido; algún puente, pasos estrechíííítos, taludes julianos, y mucha, mucha
diversión convierten a este lugar en un auténtico parque temático para los
amantes del MTB. Algo así como un lugar de peregrinación al que todo aquel a
quien le gusta jugar a las bicis debería visitar.
Hontoria
del Pinar nos recibe con una bofetada de realidad en forma de bochorno. Es como
si hubiéramos permanecido aislados en una cápsula ajenos a lo que ocurría
fuera. Y lo que ocurría, además del calor, era el viento. Siempre en contra,
por supuesto. Más allá de la protección de las paredes del cañón la ruta nos
guía en dirección a San Leonardo de Yagüe. Al principio en paralelo a la vía
verde, luego gira a la derecha en busca del pueblo de Arganza, y remonta poco a
poco hasta alcanzar la carretera de Casarejos.
De vuelta
al fondo del cañón disfrutamos una nueva oportunidad de repetir nuestros
primeros pasos hasta el punto de inicio. Lo siguiente fue compartir viandas y anécdotas antes de dar por
finalizada una estupenda excursión por tierras sorianas con nuestro particular
restyling a la ‘Ruta de los Templarios’. “Un finde buenón” en palabras del
maestro que ha servido al propósito de concluir un sueño perseguido desde hace
un par de años. Y que desde luego nos ha elevado de categoría; hemos sido
armados Caballeros.