Foto grupo

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sábado, 27 de julio de 2019

CAMINO SORIA






Puede que traer a una página de bicis los acordes de un grupo con nombre de peli de terror extrañe a más de uno. No es menos cierto que a menudo asistimos a una vertiginosa carrera vacacional por ir más lejos, por el destino más exótico, aun cuando se desconoce lo que tenemos al lado. Quizá por eso, decir que nos hemos ido a Soria de vacaciones a montar un par de rutas parezca raruno. Incluso, para muchos irse a montar en bici sea lo menos parecido a disfrutar las vacaciones…Nada más alejado de la realidad. No por casualidad ‘tipos’ de la talla de Machado o Gerardo Diego destaparon el tarro de las esencias soriano. Y claro, nosotros no íbamos a ser menos!


LAS FUENTES DEL DUERO
Lo cierto es que lo primero que sorprende de la subida al Pico de Urbión es su frondosidad. Pudimos ‘jartarnos’ con semejante verdor (no extraña que ésta sea la capital mundial del boletus), y con la densidad salvaje de la masa forestal durante los 30 kms de subida desde Vinuesa. Ahí es ná! Para que luego digan de los puertos del Tour…

A pesar de que rodamos por pistazas, o quizá precisamente por culpa de ello, la subida parece no tener fin. Subimos, subimos, subimos… y seguimos subiendo siempre tendido, pero en ningún momento alcanzamos a ver nuestro objetivo. Somos conscientes de que tenemos por delante unos 1.500 mts de desnivel positivo y al llegar al cruce que lleva a la cumbre apenas hemos cubierto la mitad. Para más inri hace un calor de mil demonios, lo que obliga a ser cautos con el racionado del agua. De hecho antes de llegar al último mirador ya le había sacado todo el jugo a mi camel.

Por el camino, entre pequeñas incidencias mecánicas y alguna que otra aventurilla para visitar los inmuebles de la zona, vamos buscando balcones a los que asomarnos. Por el alto de las tres fuentes somos testigos de un fenómeno de esos dignos de ocupar su sitio en la ‘nave del misterio’. Intrigados por el nombre de las lagunas que observamos allá abajo, de repente y sin que se tercie, ‘la voz del bosque’ no sólo resuelve nuestras dudas y nos indica cómo se llaman; también cuánto nos queda hasta la cumbre. Incluso nos desafía a subir montados “si hay pelotas”. Y que “le mandemos una foto cuando estemos arriba…”  No diré más, y dudo que se debiera al mal de altura, pero en todo el tiempo que mantuvimos conversación al borde del abismo no fuimos capaces de ver absolutamente a nadie a nuestro alrededor. A menos que los pinos de aquellas latitudes hagan labores de guía turístico con acento autóctono. Lo que pasa en el Urbión, se queda en el Urbión…

Los últimos 4 ó 5 kms son más una venganza que un camino. Poco a poco va minando las fuerzas hasta la casi extenuación, pero la cercanía de la meta obliga a un último esfuerzo y merece la pena. Desde aquí arriba se ve todo el país… Siendo domingo nos encontramos con algún que otro caminante descreído que necesita ‘meter su mano en la llaga de nuestras bicis’ para aceptar que se puede llegar allí montado. No os digo nada de sus caras al vernos remontar desde el nacimiento del Duero a los pies del pico… Claro que más expresivas aún eran las nuestras… Por el velcro, sorteando piedras en un rampón del 20%. Vamos, pa’bernos matao!

Lo bueno de subir tanto es que en algún momento toca bajar. Y bajamos, y bajamos… Por el camino aún tuvimos tiempo para ver el refugio del Muchachón en el desvío hacia Covaleda, y de rendir honores ante el Pino Rey. Y bajamos, y bajamos… Y después de llegar de los cielos aparecimos en Molinos de Duero para circunvalar el embalse de la Cuerda por un tramo de ardiente asfalto. Seis horas después, por fin en casa: ASEUNIV.














CAÑON DEL RÍO LOBOS
Por si sola semejante hazaña bien hubiera valido la pena. Pero claro está que sarna con gusto no pica… Así que al día siguiente pusimos rumbo a Ucero donde exploramos el Cañón del río Lobos de cabo a rabo.
Desde el minuto uno nos damos cuenta de que lo vamos a gozar a lo grande… Y acertamos! Más de 20 kms de senderos y más senderos; toboganes; vadeos varios con chapoteo incluido; algún puente, pasos estrechíííítos, taludes julianos, y mucha, mucha diversión convierten a este lugar en un auténtico parque temático para los amantes del MTB. Algo así como un lugar de peregrinación al que todo aquel a quien le gusta jugar a las bicis debería visitar.
Hontoria del Pinar nos recibe con una bofetada de realidad en forma de bochorno. Es como si hubiéramos permanecido aislados en una cápsula ajenos a lo que ocurría fuera. Y lo que ocurría, además del calor, era el viento. Siempre en contra, por supuesto. Más allá de la protección de las paredes del cañón la ruta nos guía en dirección a San Leonardo de Yagüe. Al principio en paralelo a la vía verde, luego gira a la derecha en busca del pueblo de Arganza, y remonta poco a poco hasta alcanzar la carretera de Casarejos.

Cuando creíamos que se había acabado lo bueno nos damos de bruces con la guinda del pastel. Cinco kilómetros de flow encajados en un desfiladero que desciende en perpendicular al cañón y que nos devuelve a él pasando por los Covachos Someros. La caña! Seguir a un galgo como Manu por este terreno cuando se está gustando obliga a echar el resto. Un auténtico crack!! (Aunque como todos los genios tiene sus ‘cosas’, ja,ja,ja…)


De vuelta al fondo del cañón disfrutamos una nueva oportunidad de repetir nuestros primeros pasos hasta el punto de inicio. Lo siguiente fue  compartir viandas y anécdotas antes de dar por finalizada una estupenda excursión por tierras sorianas con nuestro particular restyling a la ‘Ruta de los Templarios’. “Un finde buenón” en palabras del maestro que ha servido al propósito de concluir un sueño perseguido desde hace un par de años. Y que desde luego nos ha elevado de categoría; hemos sido armados Caballeros.