Aunque parezca mentira ya tenemos la Navidad
a la vuelta de la esquina. Y a pesar de que debo reconocer que casi soy primo
del Grinch, también quiero dejar clarinete que paso el año deseando que llegue
esta cita. No sé si será por los polvorones, el turrón, o el espumoso… Quizá
sean los virtuosos acordes del ‘tamborilerdo’ fugados de las gargantas de los
chavales de la escolanía de Perogordo… (Vistos los resultados en forma de
borrasca con nombre propio la interpretación sólo puede calificarse como
“soberbia”); Puede que se trate de esa ruta “suave y sencilla” que cada año nos
lleva a lo alto del Cerro del Puerco… O igual se debe a los alubiones que
vienen después… Lo que es seguro es que no cambiaría nada por compartir todo
ello con los amigos del flow que año tras año participan de eso que hemos dado
en llamar la marcha del Belén.
Si por algo destacó la edición de este año
sin duda fue el agua. O más exactamente el aguaaaaaaaaaa...! Los antecedentes
climatológicos ya pusieron sobre aviso de lo que habríamos de encontrar el
sábado pasado. (Eso, y cierto whatsapp anunciando la necesidad de portar
‘katiuskas’ para la excursión…ja,ja).
Partimos puntuales de Segovia con cierta
amenaza de lluvia que obligó a hacer recuento de chubasqueros. Y mientras
engordamos el grupo a medida que le ganamos kilómetros al carril bici, parece
más evidente que no toca mojarnos. O eso creíamos nosotros… Antes de llegar a
Valsaín sometimos a examen al goretex en las profundidades del arroyo de la
Chorranca. (Aviso a navegantes: es muy bueno para no dejar que entre el agua,
pero aún mejor para no permitirle salir. No digo más…) Tras cruzar las aguas
nos empoderamos cosa fina, así que decidimos dar un rodeo por las trincheras de
la Pinochera antes de afrontar la subida al Cerro.
Ni los pedrolos, ni el barrujo, ni la
hierba-velcro son obstáculo suficiente. Y en un periquete nos encontramos en el
alto disfrutando las viandas típicas, cantando y contando, y brindando por
todas las aventuras pasadas y futuras. Pues si algo deviene esta época es el
balance de lo vivido en todo el año. A fe mía positivo, a pesar de las trabas
surgidas con envoltorio de Parque Nacional, y de tener que lidiar con quien lo
tutela a su antojo y lo convierte en “un cortijo” del que pretende exiliarnos.
Pero bueno, al fin y al cabo eso es harina de otro costal…
El camino de vuelta nos brinda un nuevo paso
por las frías aguas de la Chorranca; un suave descenso hacia fuente la Plata;
el puntito gracioso junto al puente del arroyo Carneros y el sendero de la
fuente de la teja. Todo junto endulza nuestra ruta navideña más que el mazapán
y, como cada año, hace que sigamos deseando que vuelva este tiempo de adviento.
Un tiempo que los titanes aprovechamos para hacer lo que más nos gusta, a la vez
que preparamos nuevos proyectos. Con esta ruta ponemos fin al calendario de
este año, pero seguiremos recorriendo los caminos el que viene hasta que otra
vez la Navidad nos devuelva por estos fueros.
FELIZ NAVIDAD