Dicen los de Bilbao que son unos maestros con eso de los pintxos...
Pues deben saber los vascos que hay en Castilla un reducto donde les dan cien vueltas en esas lides. Encajado entre cerros llegamos a Traspinedo para afrontar un año más, y ya van cuatro, la tradicional marcha del pintxo.
Para esta edición los amigos de Pucela habían preparado una ruta "ni demasiado dura, ni demasiado técnica", apta para todos los públicos. Y así fue. Todo a pesar de las dos cancelaciones debido a la lluvia, y a la 'subidita' fuera de programa que nos marcamos para acabar. Más estragos causó, no obstante, el tramo de sendero entre pinos que dió con los huesos en el suelo de más de uno, y más de dos...
A medio camino un bonito alto junto al antiguo monasterio de la Amedilla para reponer fuerzas y hacer la foto de familia. Estamos a mitad de ruta, tan sólo resta la última subida que nos devuelve al punto de origen. Por el valle de labranza se entremezclan los olores, a cordero según unos, a lúpulo según otros...
Pero no. Alguien oferta un 'hors catégorie', "La subida más bonita de los alrededores". Despúes se pronuncian las palabras mágicas: "no hay huevos..."
Al momento luchamos entre las ordas de moscas mientras ascendemos la propina que da derecho a un pincho de cordero más...
Como siempre, todo resultó a pedir de boca. La ruta, el menú, la compañía, el buen rollo, las ganas de divertirse y de compartir una actividad que con cada ocasión nos da nuevas razones para seguirla practicando...
Gracias a todos los que ponéis de vuestra parte para hacerlo posible!!