Foto grupo

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lunes, 14 de agosto de 2017

EL SALVAJE OESTE




Lo primero que vino a mi mente cuando Luis me dijo que este año nos llevaría a conocer el ‘Far West’ navero fue la típica imagen de indios y vaqueros (versión All Mountain… ja,ja,ja). Los que crecimos al albur de la sesión de tarde del cine de los Misioneros guardamos en un rincón delicioso una infancia curtida a base de flechazos, estampidas, duelos a muerte, y como no, el séptimo de caballería que todo lo arreglaba. Todo aderezado en un patio de butacas donde sucedían más cosas que dentro de la pantalla… Qué tiempos…! Ahora que lo pienso, vimos toda aquella violencia no sólo sin supervisión adulta sino con su declarada connivencia, y aquí estamos. Perfectamente normales, sin traumas, ni gaitas… no digo más.

A pesar de la jugada de mi imaginación infantil, la realidad se impuso sobremanera, como no podía ser de otra forma. En la peli que protagonizamos en Las Navas los únicos que hicimos el indio fuimos los que íbamos sobre dos ruedas. Y tan felices..!
Hay que reconocer que lo de hacer el indio se nos da de perlas cuando el terreno es propicio. Y, como ya tenemos sabido de anteriores ocasiones, por aquí lo bueno abunda. Esta vez, además del rápido pase turístico por el castillo (que Gaby no conocía), empezamos ‘subiendo una bajada’, cosas más raras se han visto… (seguro que habéis vivido esa experiencia alguna vez)
hasta alcanzar los molinos. O eran gigantes..? ja,ja… Las magníficas vistas son un preludio del vertiginoso descenso en dirección a Navalperal. Lo dejamos a un lado para encaminarnos a la Ciudad Ducal donde nuestro anfitrión nos tiene preparada una nueva sorpresa: el mirador de Eiffel. Sí, sí, el mismísimo que vistió y calzó la torre parisina. Uno de esos lugares ‘cuquis’ de obligada visita. Encaramados por sus escaleras siamesas contemplamos desde lo alto una de las mejores panorámicas de la zona.

Antes de ponernos melosones, decidimos circunvalar el embalse y ponemos rumbo a la ‘Casa Grande’, o al menos eso parecía... Tengo la extraña sensación de reconocer los caminos. Qué demonios!! Aquí son todos iguales…!!! En realidad no andaba tan desencaminado y dejamos las ruinas a nuestra derecha para seguir bajando hacia el arroyo del valle. Entre pitos y flautas (véase mirar el senderito o echar un ojo al GPS) mantuve una breve discusión con  la flora autóctona, con saldo negativo para quien suscribe en forma de zarpazo de grizzly en el piernamen…Gajes del oficio…!
        
Algo más abajo, en lo más profundo de un valle abrasado por el sol, veríamos obrarse el milagro en forma de surgencia de aguas cristalinas donde apaciguar los calores por el conocido rito de la inmersión pedestre. Falta nos iba a hacer, pues nos esperaban por delante siete kilometrazos de subida non stop para regresar a la civilización. Ahí es ná!

Pasando por alto el detalle de que ésta es de las pocas marchas en que se empieza subiendo para terminar también hacia arriba (que le pregunten a Fausto…), hay que reiterar lo bien que nos lo pasamos por estos lares. Tanto, que estamos deseando conocer el resto de puntos cardinales.

Recuperador a base de azúcares compuestos


Triky

1 comentario:

  1. Ruta muy chula y disfruto a, pero dura como ella sola... Sendas y caminos rotos para arriba y para abajo. Otra de las de recordar. Menos mal que no estuvo duke, si no no salimos de la fábrica de helados 😂😂

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