Foto grupo

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lunes, 23 de octubre de 2017

MONUMENTAL








     A nadie se le saltarían los puntos si dijera que Segovia posee un grandísimo patrimonio cultural, lógico… Es algo que salta a la vista. Sin embargo, pocos son los elegidos que han podido disfrutar de esos otros tesoros que esconde la ciudad, y que escapan al alcance de las hordas de visitantes. Cierto es, no obstante, que no muchos de ellos estarían dispuestos a realizar el recorrido turístico que aquí se propone… ja,ja!  

      
   Parece mentira, como decía el gran Lolo “conseguir esa rutaza sin salir de la capital”. Efectivamente, el domingo nos dimos una vuelta por la City con dos premisas básicas: no perder de vista el skyline, y por supuesto, enarbolar la bandera del All Mountain… Objetivo más que conseguido!
         
    Después del veroño que llevamos vivido, se presentó tan ‘fresca’ la mañana allá abajo en La Fuencisla, que más de uno se decantó por los calzoncillos de cuello de cisne… casí ná! Así las cosas, como dicen en mi pueblo: “andando se quita el frío”... No hay mejor antídoto que una buena subidita para que la sangre vuelva a fluir. Oye, mano de santo!! En Zamarramala ya había más gente despelotándose que en una película de Pajares y Esteso… En la bajada por la Veracruz se produce el primer pinchazo, y por consiguiente, el posterior recuento oficial de abrojos.   Con la hucha llena de ‘pesetas’ nos internamos en frondosidad de la Hontanilla para emerger a la altura del Pinarillo. Un agradable paseo amenizado en todo momento por la diatriba sobre la calidad de las cubiertas de Christian… Cómo las tira el señor mayor...! ja,ja,ja…


         Rememoramos épocas de adolescencia pasadas al abrigo de los pinos (y de ciertos reconstituyentes líquidos) mientras nos acercamos al vértice del Alcázar con el circuito de motocross. Así, poco después, llegamos a la primera bajada importante que nos conduce de nuevo al Arco de San Lázaro. La cosa parece que se anima. Después de todo, ésta no va a ser una ruta más por los arrabales de la ciudad... Y aún queda lo mejor!!  

Saludamos a los tatarabuelos de camino ‘al abrigo del molino’, y tomamos de nuevo dirección ascendente. En palabras de Fausto: “De un ‘cotarro’ al otro y tiro porque me toca”. Con estos chicos cada día aprendemos cosas nuevas… Ora nos enseñan el dialecto, ora recibimos una masterclass de manejo in situ. “Peso atrás, brazos rectos, desarrollo corto…” Entre risas dejamos atrás el ágape de un globo que ve celebrada su recién estrenada libertad desde un cielo  sin mancha. Y tomamos rumbo a las Lastras donde un servidor, como buen anfitrión, deja límpido el camino escoba en ristre. Qué nadie me tenga queja, qué no digan que aquí no tratamos bien a los invitados…
     

Estamos llegando a Arizona. La temida ‘White Line’ se huele en el ambiente. Los capos afilan sus cuchillos antes de entrar en el embudo que desemboca abruptamente en Tejadilla. El paisaje cambia repentinamente y nos encontramos inmersos en uno de esos lugares especiales a partes iguales por lo bello y lo inhóspito. Doy fe, días atrás casi tuve que mandar a la UME de avanzadilla…

       
Lo bueno se nos hace muy, muy breve… Qué pena! 





Nos toca tirar otra vez al ‘cotarro’. Un nuevo bucle por La Asistida, y en dirección a Perogordo hacemos un trasqui para plantarnos en la Vía Verde. ¿Veis chavales? También sabemos ir por pistas… Al menos un rato, pues en cuanto surge la posibilidad de salirse por la tangente ni siquiera un tal ‘Tato’ cruzó el túnel. A mí es que me da miedo la oscuridad…ja,ja…


Desde el punto más alto de la ruta (1.080 mts) parece que la cosa está hecha. Pero claro, aún quedaban un par de sorpresas. La bajada del Cementerio es la primera, y hace las delicias de casi todos. Juanjo jura que para Reyes este año se va a pedir una tija de esas que se mueven solas… Fausto asegura que se está guardando para la subida… Y en el Caño del Obispo encuentra su oportunidad. Esprinta y se lleva el premio de la montaña.




La traca final, un senderito de los que hacen crema, nos lleva por los tejados del Parral hasta la Alameda. El puente de San Marcos, el río y vuelta a casa con María del Salto. Una ruta espectacular, titánica, o milagrosa según se mire. De lo que no cabe duda es que fue Monumental.



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