Encontrar la similitud entre campo y ciudad parece labor ímproba. Y sin embargo, con esto de poner nombre a los senderos que jalonan la sierra cual si de calles se tratara, nos encaminamos en esa dirección...
A fuerza de recorrer los caminos, siempre encontramos uno especial. Ése que no nos cansamos de subir o bajar. Aquel que nos obliga a dar lo mejor de nosotros mismos sobre la bici, el que mejor nos identifica y nos permite expresar nuestra manera de entender lo que es el mountain bike.
Como tenemos la suerte de tener una sierra lo suficientemente grande, Alberto y un servidor nos la hemos repartido a partes iguales. Y claro, si la avenida de Hulk número 5 presumía de disponer de una fantástica fuente (véase fte. del tío de la bota); la travesía de Triky nº 7 no iba a ser menos. Así pues el jueves pasado invité a mi amigo verde a la fuente del charco de las ranas...
Hay que reconocer que llegamos hasta allí no sin cierto esfuerzo. Pues a pesar de que el camino es indudablemente de bajada, salvamos algún que otro obstáculo (un mix de ramas y raíces, un sinfín de piedras, el velcro de hierba, y un mar de piñas en mitad de una subidita al 23%, un arrroyo, y una tolla pringosa...) para llegar a nuestro destino.
Después del avituallamiento en la fuente, seguimos camino abajo hasta la boca del asno.
Alberto tuvo que reconocer que disfruta cada vez más con esta bajada...
El afilador bajó tan bien y tan rápido que ni siquiera pudo sortear un regalito que algún desaprensivo dejó olvidado.
Por Dios, no arrojen basuras!!!!!!
Joder con el mar de piñas, y además en la rampa más dura, pero para la próxima ya se por donde cogerla.
ResponderEliminarLa bajada es verdad que cada vez me gusta más y que disfruto con ella a pesar del ruido de afilador.
Otro día hay que investigar ese camino que lleva a no se que fuente y que baja a no se que sitio, a ver si este lo encontramos.
Nos vemos por los caminos, si mejora el tiempo.
Por cierto, esta vez te toca a ti cambiar a la chica de la Pedalada.
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