Foto grupo

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jueves, 6 de junio de 2013

LA SERRANA Y LOS CHATOS




      Cuenta el libro del buen amor que allá en tiempos, habrán corrido  no menos de siete siglos,  moraba por estos lugares una serrana de generosas proporciones apodada 'La Chata', que asaltaba a todo aquel que se aventuraba a cruzar por "aqueste puerto angosto". Dispuesta como estaba a cobrar su diezmo, los más leídos recordarán como nos cuenta el Arcipreste su encuentro con semejante personaje... 

 Pasando una mañana / el puerto de Malangosto, / asaltóme una serrana / a la asomada del rostro. / 'Desgraciado, ¿dónde andas?, / ¿qué buscas o qué demandas ? /
Contesté yo a la pregunta: / "Me voy para Sotosalbos...".
"por esta encrucijada que yo tengo guardada / no pasan los hombres salvos"), sostiene la vaquera,  ("no te espantes, que bien te daré que yantes / como es de la sierra uso")


No es que nosotros fuéramos en busca de la protagonista, pero, sabida nuestra afición a los grandes retos, nos dispusimos a conquistar las cumbres que antaño ella protegía. Y a fe que fue un verdadero logro. No puedo imaginar en qué estado quedarían aquellos infelices que cayesen en sus manos después de los más de 14 kms de dura subida sin tregua.



Empezamos la andadura a la altura de la Cañada Real, donde el Rancho Alfaro nos habla de una época en que las ovejas eran a los negocios lo que no hace mucho fueron para nosotros los ladrillos...

Enseguida alcanzamos el embalse del rio Pirón. Y tras rodearle, vamos ganando altura sorteando las primeras rampas.






Según ascendemos, el valle se abre ante nosotros.
Es una escusa perfecta para disfrutar de tales vistas... Y de paso, recobrar aliento. Lo más duro de la ruta aún está por llegar...





 Rampitas cercanas al 20% , y kilómetros de piedras que curiosamente asustan más cuando bajamos (puede que la profundidad de alguna zanja mata-ciclistas tenga algo que ver con eso),  se interponen en nuestro camino a la cumbre. Sólo nos detenemos en el puerto junto a la piedra que guarda la leyenda. Lo cierto es que no ha sido tan difícil como otras veces. Este año, el firme ha recibido mejoras sustanciales...




   Es de ley que todo lo que sube tiene que bajar. Así que después de hacer acopio de testimonios gráficos emprendemos el descenso. No sin hacer un alto en el chozo que regentara la Chata junto al nacimiento del Cambrones, más que nada por si alguien nos daba razón de la lozana...


Al final volvimos a casa sin conocer a aquella de la que tanto oímos hablar. Sin embargo, no nos sentimos mal por ello. Muy al contrario, nos llevamos la mochila cargada con el recuerdo de un gran día de bici. Un día en que fuimos al encuentro de una serrana, y en el que sólo faltaron los chatos para redondear la faena...

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